martes, 11 de noviembre de 2014

Señuelo

Señuelo...
Ballesta encriptada
El Cuarto en crepúsculo.

Te afilaste a mi memoria. Archivo perdido hacía 25 años; con claroscuros, rojos temblorosos, tabaco y Caribe cooler.

Así, en un péndulo privado, tu envés desnudo… Cabello atornillado, circulando a tropiezos por la habitación. De tu beso el amor que ascendió pechos, caderas, muslos y manos; tus manos dilatadas con las mías. En la cumbre logré sabernos con ojos muy abiertos, sigilosas palabritas, risas alteradas, miedos subyugados al botín del otro, al hallazgo de ambos.

Después de tu voz, he ido urdiendo remotamente los que fuimos…
Poesía… cartas firmadas por una creciente Marfila.

Caminatas diurnas, fogatas-velas, libros, música... incandescencia, vagabundaje, hambruna precoz.
Hoy que ando en mis otras rutas, vuelves de otros ríos a mi cuenca.
Tu mirada a través de la luna: palabras arqueadas, emotivas, sonrientes…

Tu, el que ahora eres… el que se anida pronto en mi corazón. El que fue y que ahora vuelve y trepa por mi cuello hasta el lunar derecho de mi mejilla; el que ya me ha sustraído el otro beso, el que sin preguntas, me observa en el silencio.





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