viernes, 14 de febrero de 2014

Sex and the city o los treinta y tantos....




Al retomar un par de capítulos que tanto amé unos años atrás, me miré en un camino de irrealidad y fantasía.... la chica de treinta... y tantos: deseosa-deseable, queriendo ser la simpática intelectual de entre sus amigas. Líder incansable de ideas genuinas, sueños recién hechos, futuro impecable....
Aaaaah cómo nos engarza la vida -y cierta juventud inmaculada, que hoy llamaría inocencia.
Así me miraba. Así fui yo.
Tenía el departamento moderno, el atuendo adecuado, el trabajo a la medida y claro, el estatus intelectual en el que todo se absorbe, se retiene, se aviva.
Los dramas en los amores viscerales, las aventuras de fin de semana, las corridas nocturnas al refrigerador, los tragos de "buró" mientras escribía prosa poética en mis cuadernos decorados de propia mano... 
Había un orgullo sutil al comprar los cigarros, al maquillarse y perfumarse cada mañana...
Cada tarde regalaba un andar fresco, un alarido de estaciones se pegaban en los ojos: colores y esperanzas... no me daba por vencida ni en el último ataque.
Los treinta y tantos.... que paladar miel-oso, donde pujé por ser la que fui. 

Gran diferencia entre la Roma y Manhattan... Un millón de años luz. Me causa pudor el solo imaginarlo. 
De peculiar forma viví al lado de Carrie Bradshaw y su habilidad para resumir romances, mostrarse de una o varias piezas, escribir con el rubor de la que se boicotea, pero siempre con el mejor guardarropas aún en calzones!
Yo usaba el cabello rubio con listones claroscuros... una rubia pecosa que gustaba de ir a los bares & lounges, cenar en restaurantitos delicatessen,  comprar quesitos y vinitos. Beber cerveza por las noches en la intimidad de mi recámara con jazz al fondo y ventanas abiertas.
¿Qué fue de esa chica treintona? ¿A dónde se mudó? ¿Se fue siguiendo los convexos senderos de la edad o más bien de impulso a impulso llegó a Nueva Zelanda?
Todo y algo al mismo tiempo... llegué hasta donde he querido y he podido...
Con un tanto de nostalgia, mastico un par de capítulos de mi ex serie favorita noventera, dejando a un lado el lado "chic" y la crisis financiera en mi bolso dolce & gabbana, camino por banquetas rústicas y empedradas, donde solo miro lo que quiero ver y cuando quiero verlo. La realidad la acepto, estoy cada vez más lejos del juzga-miento. Gran descanso.
Me autocensuro con una sonrisa amplísima, escurriendo la ciudad entera en mi pelo alborotadísimo.
Prefiero la que soy ahora, de rojo rubí, con menos propósitos que ayer, pero si más autocrítica y cumplidora, más honesta y sobre todo más desnuda.



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